El lunes 26 de septiembre de 1960 marcó un antes y un después en la historia de Estados Unidos y de la televisión. Richard Nixon y John F. Kennedy se enfrentaron en un 'cara a cara' televisivo después del cual "nada volvió a ser lo mismo".
La discusión entre ambos duró una hora y tuvo lugar en los estudios WBBM-TV de Chicago. Nixon llegaba como vicepresidente y candidato del Partido Republicano. Kennedy era senador y representante demócrata.
Ambos afrontaron el debate con diferentes perspectivas. Kennedy llegaba después de una campaña en California, con menos 'estrés' que su rival, la piel morena, vestuario adecuado (traje oscuro y calcetines largos) y una mayor preparación de las respuestas.
70 millones de telespectadores
Por su parte, Nixon descuidó totalmente su aspecto, se negó a ser maquillado, su afeitado presentaba imperfecciones y su intensa campaña le provocó una notable expresión de cansancio.
Además, la preparación del debate por parte del republicano fue bastante deficiente, dejando muchas respuestas abiertas a la improvisación y subestimando en numerosos aspectos a su rival.
El debate incluyó turnos de presentación, preguntas de una nutrida selección de prestigiosos periodistas y declaraciones finales de ambos candidatos.
Como anécdota cabe destacar que los que lo siguieron por la radio acabaron, en su mayoría, convencidos de la victoria de Nixon, mientras que los 70 millones de telespectadores del histórico debate se decantaron por Kennedy. Era el principio de la era del 'marketing electoral'.
La discusión entre ambos duró una hora y tuvo lugar en los estudios WBBM-TV de Chicago. Nixon llegaba como vicepresidente y candidato del Partido Republicano. Kennedy era senador y representante demócrata.
Ambos afrontaron el debate con diferentes perspectivas. Kennedy llegaba después de una campaña en California, con menos 'estrés' que su rival, la piel morena, vestuario adecuado (traje oscuro y calcetines largos) y una mayor preparación de las respuestas.
70 millones de telespectadores
Por su parte, Nixon descuidó totalmente su aspecto, se negó a ser maquillado, su afeitado presentaba imperfecciones y su intensa campaña le provocó una notable expresión de cansancio.
Además, la preparación del debate por parte del republicano fue bastante deficiente, dejando muchas respuestas abiertas a la improvisación y subestimando en numerosos aspectos a su rival.
El debate incluyó turnos de presentación, preguntas de una nutrida selección de prestigiosos periodistas y declaraciones finales de ambos candidatos.
Como anécdota cabe destacar que los que lo siguieron por la radio acabaron, en su mayoría, convencidos de la victoria de Nixon, mientras que los 70 millones de telespectadores del histórico debate se decantaron por Kennedy. Era el principio de la era del 'marketing electoral'.